Y de repente te presentas
con olor a sal y sabor a olas
y con un musical acento extranjero.
Me miras con toda tu alma
y la mía entonces se alboroza.
Con una sonrisa marinera
un gesto sale de tu boca
y llega a mis oídos un rumor de caracola.
Me extiendes tu mano coralina
pero la retiras, al notar la mía arenosa.
Y con un gesto amargo
como de púa de faneca,
te llevas tu sal, tu sonrisa y tus olas.
Tus ojos bogan hacia un ser de espuma
que te espera al otro lado de la costa
y atracas junto a ella.
Y de ahí no te despegas.
Te tienen engañado sus cabellos de medusa.
Yo desde aquí lo veo todo
lleno de tinta, niebla y lluvia.
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